Finalmente,
al analizar la generación de electricidad según fuentes, se comprueba la alta
dependencia de España respecto al consumo de combustibles fósiles y no
renovables. Por eso se realiza hoy un esfuerzo en el desarrollo de energías
alternativas, entre las que destaca la energía eólica por
su rápido crecimiento en la última década.
1.-Los sectores
fundamentales: industria de base e industria de bienes de consumo.
2.-Los sectores
tradicionales: la metalurgia, la siderurgia, la industria naval y la industria
textil.
3.-Los sectores
dinámicos: automoción, industria química e industria agroalimentaria.
4.-Los sectores de
vanguardia y las nuevas tecnologías.
1.-Los
sectores fundamentales: industria de base e industria de bienes de consumo.
Las actividades industriales se agrupan en torno a sectores que se
identifican por el destino final de los bienes producidos o de acuerdo con la
naturaleza u origen de las materias primas utilizadas.
Según el primer criterio, distinguimos entre industrias de base, de
bienes de equipo y de bienes de uso y consumo.
Las industrias de base ocupan el
primer eslabón en la cadena industrial, pues transforman las materias primas en
productos semielaborados que, a su vez, son empleados como materia prima por
otras industrias. Un buen ejemplo serían las industrias siderúrgica y
petroquímica. Las industrias de bienes de equipo producen bienes, máquinas o
herramientas, que son utilizadas por otras industrias en sus proceso fabriles.
Las industrias de bienes de uso y consumo transforman materias con distinto
grado de elaboración o productos diversos en bienes que son usados o consumidos
directamente por la población.
Asimismo, los sectores industriales pueden establecerse considerando sus
características generales; de este modo, distinguimos entre los sectores
industriales tradicionales, los sectores dinámicos y los sectores de
vanguardia.
2.-Los sectores
tradicionales: la metalurgia, la siderurgia, la industria naval y la industria
textil.
Entre los sectores tradicionales de la industria
española incluimos aquellos que tuvieron una importancia capital en todo el
proceso de industrialización contemporánea y que se relaciona con los metales.
La metalurgia básica, tanto por ser la base de actividades industriales
como por su dimensión económica, generación de empleo, conexión de otros
sectores económicos, como la minería, etc., constituye uno de los principales
sectores de la industria española.
La industria metalúrgica más destacada del hierro, es decir, la
siderurgia, en sus dos modalidades: la siderurgia integral, que obtiene acero
en los altos hornos a partir del mineral de hierro, y la no integral, que lo
obtiene en hornos eléctricos a partir de la refundición de la chatarra
La industria siderúrgica se consolidó en el País Vasco, para luego
extenderse al Mediterráneo (Altos Hornos del Mediterráneo) y a Asturias
(Ensidesa). Tuvo un gran impulso en las actuaciones llevadas a cabo por el
Instituto Nacional de Industria, que construyó grandes acerías, explotadas por
empresas públicas. Su sobredimensionamiento con relación a las necesidades
españoles fue una de las causas que originaron su crisis, razón por la cual fue
necesaria una fuerte reconversión que tuvo importantes repercusiones sociales.
La siderurgia no integral, en cambio, responde a una estructura empresarial de
menor tamaño y que su ámbito de implantación se extiende también a Navarra,
Asturias y Cataluña.
Muy relacionada con la industria siderúrgica está la de transformados
metálicos, que fabrica una gama de productos que abarca desde la ferretería
hasta la maquinaria; va asociada a la pequeña y mediana empresa y tiene una
mayor dispersión espacial, aunque se
localiza preferentemente en los tres hogares
clásicos de la industria española: País Vasco, Cataluña y Madrid.
Mucho más reciente en la cronología industrial es la fabricación de
electrodomésticos, que, por la
naturaleza de los componentes que utiliza, tienen una clara filiación con las
industrias metalúrgicas. Ha alcanzado una significación extraordinaria por su
condición de abastecedora de bienes de uso a los hogares modernos. Su expansión
fue paralela a las transformaciones experimentadas por la sociedad en los años
60. En principio, fue una industria muy atomizada en empresas de tamaño medio,
aunque después sería reestructurada mediante procesos de concentración
industrial.
La construcción naval es otro de
los sectores más importantes de nuestra industria tradicional. Por iniciativa
del INI se construyeron grandes astilleros en enclaves significativos del
litoral (Ferrol, Cádiz). Su estructura empresarial era la de grandes empresas
públicas (Astano, Empresa Nacional
Bazán) especializadas en la construcción de buques petroleros y
graneros, y con los cuales España ocupó
un lugar de privilegio en la lista de países constructores. Además de los
grandes astilleros, existen empresas de menor tamaño dedicadas a la
construcción de barcos de pesca o de recreo.
La crisis del petróleo afectó a la industria de construcción naval; por
un lado, se evidenciaron las deficiencias estructurales de nuestros astilleros,
por otro, el encarecimiento del crudo obligó a transportarlo en barcos de
tonelaje medio. A partir de 1990 descendió la construcción de barcos y el
sector concluyó una dura reconversión industrial, que generó desempleo y cuyos
efectos sociales trataron de paliarse con incentivos y concesión de zonas de
urgente reindustrialización (bahía de Cádiz).
Los sectores de la industria textil, del cuero y del calzado son,
igualmente muy importantes en el tejido industrial español. La industria textil
catalana constituyó uno de los pilares de la industrialización, aunque con el
correr de los tiempos experimentó cambios profundos, unos relacionados con la
sustitución de las fibras orgánicas (lana, lino, algodón) por fibras de origen
químico, y otros relacionados con la reestructuración de las empresas, que han
aumentado de tamaño al concentrarse multitud de pequeñas fábricas en unidades
de producción más competitivas.
La industria de la confección es una rama derivada de la industria
textil que ha surgido a medida que la población demanda confecciones en lugar
de tejidos. Está formada por un enjambre de pequeñas industrias que, al igual
que la industria del calzado, se encuentra muy dispersa, aunque se extiende,
sobre todo por las regiones mediterráneas.
3.-Los sectores
dinámicos: automoción, industria química e industria agroalimentaria.
Otros sectores industriales, como los de automoción, químico y
agroalimentario, presentan un mayor dinamismo, que procede de su condición de
abastecedores de bienes y productos absolutamente imprescindibles en el
funcionamiento de la propia sociedad industrial. Por lo general, son
actividades con un alto componente tecnológico, tributarias de grandes
inversiones y capital multinacional, y de grandes instalaciones fabriles.
El sector del automóvil se
desarrolló en España en la década de 1960, siendo, a su vez, uno de los
impulsores del crecimiento económico. Prosperó bajo la protección estatal y al
amparo de las inversiones realizadas por grandes marcas multinacionales y por
el INI. Constituye un sector de gran influencia en la economía, por su capacidad de activar las numerosas
empresas de las que recibe componentes.
España cuenta con importantes plantas de fabricación de automóviles
distribuida por toda la geografía nacional (Madrid, Barcelona, etc) y es uno de
los sectores exportadores de nuestra economía. La industria automovilística
sufrió los efectos de la reconversión, que estuvo muy centrada en el
saneamiento técnico y financiero, el cual fue posible con el concurso de
inversiones extranjeras y estatales.
El sector químico se articula en torno a la industria petroquímica y a
la industria química de transformación. La primera constituye la química de
base, que se lleva a cabo en grandes complejos industriales, por lo general
asociados a las refinerías de petróleo (Huelva, Algeciras, Cartagena, etc.) Es
tributaria de grandes capitales, por lo común extranjeros.
La industria química de transformación obtiene productos diversos, como
pinturas, fertilizantes, etc., que se
elaboran en establecimientos fabriles de mucho menor tamaño, con un alto grado
de dispersión espacial, aunque su localización preferente coincida con las
regiones más industrializadas del país: País Vasco, litoral catalán y en el área metropolitana de Madrid.
El sector agroalimentario se
caracteriza por la diversidad en cuanto a la naturaleza de los productos, los
procesos de transformación, la estructura empresarial, la distribución
geográfica de las fábricas, etc. Consiste en un proceso de transformación de
los productos agrarios impuesto por la disociación entre zonas productoras y
consumidoras. En general, predominan las fabricas pequeñas y medianas que
coinciden en su mayoría con las áreas de regadío, aunque también se han
establecido grandes empresas multinacionales, cuya presencia podría ser muy
importante en ramas como la de los derivados lácteos, la del aceite, la del
azúcar, etc.
4.-Los sectores de
vanguardia y las nuevas tecnologías.
A la vanguardia de la industria y con una clara proyección de futuro se
hallan los sectores de tecnología punta, que aportan descubrimientos, nuevos
materiales, sistemas y medios para la mejora de la producción industrial. A
partir de estos elementos, se habla de una nueva revolución industrial. Su
importancia radica en la inusitada importancia que ha alcanzado la tecnología
en el mundo contemporáneo, donde el valor de los bienes industriales no radica
tanto en el de sus componentes materiales como en el de sus componentes
tecnológicos.
Se trata de un sector que integra las distintas ramas de la electrónica
y su desarrollo ha sido impulsado por la Administración, pues es completamente
imprescindible para en los restantes
sectores industriales.
Aquí teniu un altre text, que lliga indústria espanyola i globalització:
Partamos pues, de un país en los albores de su industrialización. ¿Le
afecta el fenómeno de la globalización? Evidentemente si. Pero de modo tanto
positivo como negativo.
Desde el punto de vista positivo, la
globalización puede ayudar a conformar un mercado internacional capaz de proporcionar
a un país principalmente agrícola bienes de capital necesarios para iniciar los
primeros proyectos de implantación industrial a cambio de productos agrarios y
materias primas. Según los defensores de este fenómeno este equilibrio, que se
alcanzaría con el libre intercambio en el mercado mundial, ayudaría a impulsar
la industria a nivel nacional e internacional en aquellos países generalmente
generadores de actividad primaria y con un nivel de vida más bajo.
Pero esta liberarización de capitales no es
del todo así. De hecho ese libre mercado que propugnan los ideólogos liberales
no es del todo "libre". Los grandes países, motores económicos del
mundo, donde se concentra las mayores acumulaciones de riqueza, impiden el paso
de productos agrarios o materias primas más baratos imponiendo aranceles o
tipos impositivos más altos a esos productos. Esto último no ayuda a que se
generen rentas suficientes en los países más subdesarrollados para impulsar su
propia industria y así no depender casi totalmente del exterior.
Por otra parte, si analizamos el caso
español, la industria nacional ha perdido mucho terreno el PIB en
contraposición con el sector servicios. La industria española necesita un
proceso de reconversión hacia las nuevas tecnologías, ya que un impulso en los
sectores tradicionales no tendría sentido en un mercado mundial cada vez más
feroz y competitivo. La otra opción sería llevar a cabo una política de
proteccionismo, pero es evidente que España no cuenta con los recursos
necesarios para ello (principalmente energía).
Como experiencia de esta fallida y obsoleta
industria tradicional encontramos la franja norte cantábrica, donde sólo en
focos como en País Vasco ha conseguido perdurar (a base de una fuerte inversión
y reconversión).